viernes, 24 de junio de 2011

Se incrementa el número de ingresantes en Trabajo Social
Por Lourdes Albornoz. Estudiante de Trabajo Social

Una nota para recordar sin melancolía, y para reflexionar. Los ingresantes de Trabajo Social, desde una perspectiva polifónica. Opinan estudiantes y docentes de esa carrera.

Si bien es cierto que la matrícula se incrementa año a año en todas las carreras que ofrece la UNT, vamos a detenernos por un momento en una realidad específica. ¿Por qué hay cada vez más personas que eligen como vocación el Trabajo Social?

Pareciera que la búsqueda se centra en un crecimiento personal. Así lo explican los entrevistados, de quiénes reservaremos sus nombres.“Fundamentalmente estudio Trabajo Social para realizarme como persona siendo un profesional dispuesto al servicio, la idea es ser útil a los demás.”

Otros expresaron que “la verdad me costó mucho darme cuenta qué es lo que verdaderamente me gustaba, pero luego frente a algunas situaciones que se dan en la vida, me di cuenta que lo que quería hacer era ayudar y atender aquellas dificultades o carencias sociales que se pueden presentar. Ésta facultad se relaciona con las personas, y eso me gusta”.

Esta elección de vida tiene su correlato en el cursado. Más allá de la vocación, muchos otros factores inciden en el efectivo cumplimiento del objetivo personal: conseguir el título universitario.

Uno de los más relevantes es la dedicación, que dependerá en gran medida de hábitos de estudio y de ciertas habilidades y capacidades que se suponen adquiridas.

En cuanto a la situación académica de los estudiantes en sus primeros pasos por la universidad, la profesora de Metodología Trabajo Social, Cecilia Nacusse, desde su experiencia, asegura que “la adaptación al nivel universitario y las herramientas con que cuentan los estudiantes para acomodarse al nivel creciente de complejidad de los contenidos, al sistema de evaluación y a la mayor autonomía con la responsabilidad personal que esto conlleva, representan algunos de los factores que influyen en la continuidad del cursado y que afectan la génesis de la deserción en la carrera. Se observan serias dificultades en el ejercicio de la lectura comprensiva, en la organización de la información, en la interpretación de consignas y en el limitado vocabulario que presentan los ingresantes”.

Podemos inferir que se trata de un desfasaje entre el nivel educativo secundario y el universitario, que en algunos casos desemboca en una preparación insuficiente para realizar estudios superiores.
Pero si hablamos de dificultades, es necesario tener en cuenta también los obstáculos materiales. Los estudiantes consultados se refieren a este tema de la siguiente manera. “Los obstáculos para cursar, son la cantidad de ingresantes que asisten a mi carrera, la escasez de espacio físico; y para rendir el simple hecho de que los exámenes no se comparan con un examen secundario, al cual estaba acostumbrado”.

Otro alumno destaca que “no podemos prestar mucha atención por que estamos incómodos, nos hace calor y hay veces que las profesoras no tienen micrófonos y se nos dificulta escuchar.”
Existen serias limitaciones a nivel infraestructura que condicionan el paso por las materias introductorias. Anfiteatros repletos, donde no entran todos los alumnos inscriptos. Los que quedan fuera del aula. Es una tarea difícil para los docentes, en este sentido Nacusse explica que “hay que cruzar la mirada estructural sobre lo que la facultad ofrece y que limita también las posibilidades de mantenerse en la vida universitaria: la masividad en el ingreso se combina con aulas insuficientes. Igual relación se plantea al hablar de los recursos humanos para atender tal cantidad de alumnos. Hablamos de comisiones que en promedio atienden entre 250 y 300 alumnos.”

Por otro lado, algunos estudiantes rescatan el papel de Docentes y Auxiliares estudiantiles en el proceso. “Lo que más me gusta es la disposición de los profesores con sus respectivas materias. Me gusta la atención que te dan los profesores y los ayudantes”

En éste sentido, consultamos a Tatiana Sosa Verni, Auxiliar Estudiantil de la cátedra de Metodología de Trabajo Social, quien opinó que“hay que visibilizar a los ingresantes, estar con ellos, acompañarlos, el anonimato nunca ayuda a nada. Sólo crea más individualidades en la facu, y la idea es generar conciencia de colectividad. Estamos en una facultad de humanidades, en nuestro 'campo' donde hay que fortalecer un imaginario colectivo cooperativo y generar cohesión en los vínculos”.

Por otro lado, Nacusse se refirió a los condicionamientos económicos de cada estudiante. “En nuestra carrera contamos con un alto número de alumnos que trabajan y estudian o que, comenzado el cursado tienen que buscar trabajo porque no pueden sostenerse económicamente. Se cruza también con el lugar de procedencia: algunos son de Jujuy, Salta, Santiago del Estero o del interior de la provincia, por lo que la inversión en su educación universitaria tiene un plus que muchas veces define su continuidad o no en la carrera. Otra realidad tiene que ver con que cada vez hay mayor cantidad de jóvenes que son madres durante su cursado y que tienen que enfrentar este cambio fundamental sin demasiado apoyo de pareja o familiar, o si lo tienen resulta difícil conciliar los tiempos y la dedicación.”

No es una realidad que corresponda únicamente a nuestra facultad. El 24,5% de los ingresantes provienen de provincias vecinas, y el 40% de los estudiantes universitarios del NOA se educa en la UNT.

En 1º año de la Carrera de Trabajo Social se inscriben aproximadamente mil alumnos por año. Es cifra se reduce notoriamente al finalizar el ciclo lectivo, y va disminuyendo al pasar los años, llegando a clases de 5º año que cuentan con 50 inscriptos.

El panorama presenta entonces dificultades que se asumen en desafíos constantes. Si bien la educación es pública y gratuita, existen ciertos impedimentos de carácter económico que condicionan el cursado. Como respuestas oficiales, existen Becas otorgadas por la UNT, las Becas Nacionales (PNUB) y las provinciales. Y como respuesta estudiantil, la carrera está llevando a cabo la organización de un Banco de Apuntes, que continúa la iniciativa de los estudiantes de Historia. Suena también el pedido por un comedor universitario entre las distintas propuestas que los estudiantes plantean frente a la situación.
Lo cierto en esta instancia, es que la transición entre el Nivel Medio y el Superior no es nada fácil, a nivel material y no material, para los ingresantes.
Tanto los obstáculos materiales, como los “facilitadores” en calidad del recurso humano, van configurando una singularidad propia en los primeros años de la carrera. Llegar una hora antes de la clase para guardar asientos, buscar sillas en otras aulas, llevar el mate para pasar el día, son algunas de las actividades que se convierten en rutina.

De éste modo la universidad deja de considerarse un claustro de intelectuales, para convertirse en un semillero de futuro, que debe recibir con las puertas abiertas a quienes quieran formar parte de la misma.

Así, en la cotidianeidad del cursado se refleja con mayor fuerza la tensión que se explicita en uno de los objetivos de la gestión universitaria:   La calidad académica con pertinencia social.

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