Segunda Parte. Denise León y el reconocimiento en la poesía Por Máximo Hernán Mena - Estudiante de Letras
La poeta tucumana Denise León fue distinguida con el Segundo Premio en Poesía en la convocatoria 2010 del Fondo Nacional de las Artes por su libro El saco de douglas.
Filo digital realizó una entrevista a la escritora y docente de la Facultad de Filosofía y Letras
( SEGUNDA PARTE)
IV – Palabras como rostros desgraciados viviendo todavía
Es posible relacionar esto con ese inicio del poema en que algo nace y se comienza a estirar, a extender, un procedimiento que es muy fotográfico y sensorial. ¿Vos empezás y no te podés escapar de esas imágenes, de esos rostros que te quedaron en la cabeza?
Por ejemplo, en la historia de Klara hay una frase que se podría decir que es leit motiv a partir del cual, construí la historia: “por desgracia vivimos todavía”. Esa frase la escuche en la entrevista. Una mujer cuyo padre estaba en Argentina y que iba traer a su familia que estaba en Polonia. Primero iba a venir la madre y la abuela se iba a quedar cuidando a los niños. Esa abuela se enferma y muere. Entonces, la madre no puede viajar y envía a su hija mayor que es una adolescente. Ella sale de Polonia y Hitler entra en ese país. Ella se salva de casualidad y la única noticia que tiene de su familia, es una carta que de su madre que empieza diciendo “por desgracia vivimos todavía”.
Ella contaba esto con, no se como decirte,... una impasibilidad, y yo sentía que me caían encima veinte mil piedras. En el poema intente contar las cosas con esa impasibilidad y generar el efecto que ese relato tuvo en mí. Mantuve esa frase, así leía su vida, como si hubiera sido todo desgracia, como si ese hubiera sido el hilo de su existencia.
Los textos aparecen construidos con la repetición como estrategia. Es como la música que retoma cierta melodía y la repite.
¿Cómo pensas que es ese efecto?
Creo que tiene un efecto poético poderoso. Esa es una frase demoledora. Todo el conjunto tiene fuerza en el entrelazamiento. Cada uno se necesita con el otro mutuamente. En algún momento pensé en escribir un prólogo contando la experiencia del encuentro con esas mujeres pero después decidí que no. Respeté el encuentro personal del lector con los poemas.
V – Cuerpos que se acercan
¿Entonces, las poesías de este libro son un encuentro cara a cara con los lectores?
Muchos creen que la lectura es algo que sucede en la mente, pero yo creo que uno lee con todo el cuerpo, que la lectura es un encuentro de dos cuerpos. Uno lee con el cuerpo porque uno es un sujeto entero. Se ha domesticado mucho a la literatura desplazándola hacia la mente y a la elucubración intelectual. Yo recuerdo haber leído escondida, con una linterna debajo de la cama. Recuerdo haber leído llorando, temblando, transpirando, y pienso que así es como se lee.
La literatura esta domesticada cuando antes era algo peligroso. En el siglo XIX se la atacó todo el tiempo porque producía enfermedad, locura, exaltación. Creo que la literatura sigue produciendo eso y eso es lo que tiene que producir.
Y la importancia del posicionamiento del cuerpo para leer...
Siento que cuando uno lee hay un encuentro de dos cuerpos, y en el cuerpo del libro está el cuerpo del autor. A los libros los escribe gente, seres humanos, y el lenguaje es una cámara, el escritor ilumina ciertas zonas de la realidad humana con el uso del lenguaje que hace.
VI – Silencios. Límites y sonidos
Pensaba en lo que contabas, que habías ingresado a la poesía a partir de la narrativa. De alguna manera, toda narrativa que empieza a reflexionar sobre sí misma y empieza a asimilar el peso de cada palabra, tiende hacia la poesía...
Empecé escribiendo prosa, pero prosa poética. Cuando empece a escribir sentía que el molde del poema no me era cómodo, tenía más para decir, necesitaba más espacio. A partir de las lecturas me di cuenta que esa división entre prosa y poesía era una división inútil, no tenía ningún sentido.
Uno debe elegir donde se siente mejor. Con el tiempo fui definiendo un estilo donde son importantes las palabras, pero también son importantes los silencios.
Pienso que la poesía no reside en lo lineal, es otra mirada, es una tangente sobre la palabra. Hay gente que dice que el lenguaje es lineal, pero hay otra línea en la poesía, como otro eje, como el eje Z...
Con respecto a eso, los poemas de El saco de douglas no están escritos en verso y cuentan una historia, hay un cruce. En este sentido, fueron muy importantes las lecturas que hacía mientras escribía los textos. Las lecturas me abren otros mundos y me atraviesan.
¿No es posible separar la lectura de la escritura, ambos son territorios de sorpresas?
Hay una cosa que en mí es vieja, no recuerdo cuando la adquirí, y es que siento una disposición especial del ánimo hacia lo que viene escrito. Y porque uno no está solo, son muy importantes los otros. Los libros que te acercan los otros, lo que te comentan, lo que los otros leen. Esto es fundamental, estimulante y disparador. Por eso me parece tan interesante el cambio y son tan importantes las lecturas. Hay que ir en contra de ese temor a la poesía porque parece complicada. Hay que perder los prejuicios frente a la poesía.
Leí en alguno de los poemas que con el tiempo fuiste encontrando las maneras de decir los silencios y quizás, esto tiene que ver con las imágenes de las islas, como esos “huecos en el lenguaje”. ¿Cómo es la isla del lenguaje? ¿Es una isla habitable, una isla que a veces se inunda, isla con arena y tierra?
Con todas esas cosas juntas. Se cree que el poema está hecho de palabras, pero el poema está hecho de palabras y silencios, porque el silencio también es necesario para que aparezca el poema, como los blancos de la página, el silencio en la vida cotidiana. Y el lenguaje es una isla, pero de la misma forma es un puente, una isla desierta y habitada. No es una sola cosa, es muchas cosas a la vez porque el lenguaje es una herramienta fundamental para comunicar.
¿De qué manera vivís el silencio en la escritura y en la lectura? ¿Cómo asumís el espacio en blanco, ese momento en que las palabras se terminan?
El silencio es muy importante porque así te cae encima el peso de las palabras. Se recibe, se saborea, se balancea y se dimensiona el peso de las palabras, en el silencio. Por eso es tan necesaria la pausa. Cuando leo, muchas veces dejo el libro y lo vuelvo a tomar, tomo distancia y luego me acerco de nuevo para encontrarme con la sorpresa.
¿Cuesta el trabajo con la palabra?
Me gusta mucho escribir, cuando estoy trabajando y pensando un poema estoy muy contenta. Pienso en ocasiones en la posibilidad de dejar de escribir y eso me da angustia. Cuando empieza a rondar una idea en la cabeza siento como un alivio.
La búsqueda es dificultosa y muchas veces uno siente que fracasa. Pero sentir que tengo una idea para transmitir y que tengo algo para decir me da felicidad.
Puedo pasar mucho tiempo sin escribir pero estoy pensando en las palabras, Trabajo con la música de las palabras, entonces me voy diciendo ciertas palabras mientras me baño, mientras me lavo los dientes, mientras voy manejando o en el ómnibus. Me las voy diciendo, y esa frase o esa estructura que yo monto, se vuelve muy familiar. Algo así como la música de los juguetes de mis hijos que aún cuando salgo de casa las sigo escuchando en mi cabeza.
Cuando consigo plasmar esa música en el papel he alcanzado una familiaridad con esa frase o esa estructura.
VII – Poesía para leer Tucumán
Además de la escritura y la reflexión sobre la poesía me parece muy interesante el espacio académico que tenés como docente en la facultad, además de tu formación como Doctora en Letras.
Me interesan el registro de la crítica y la escritura poética, ambas cosas. Puedo leer y escribir sobre los autores que leo y que quiero que sean conocidos. Por eso en las clases intento trabajar con autores que me interesan y busco transmitir cosas a los chicos que a mí me parecen importantes. Me interesa plantear la literatura como una experiencia que todos tenemos.
¿Cómo se escriben y se leen las poesías en Tucumán hoy?
Pienso que no se generan muchos espacios de reflexión sobre poesía en la Universidad y en el Secundario. Tucumán tiene una carencia que quizás tiene que ver con la ausencia de una ciudad imaginada. No con la ciudad real, sino con la ciudad imaginada por el arte, por la literatura, por la pintura, por la escultura, por la poesía. Hay algo que no funciona en el Tucumán imaginado...
¿Pensas que esa ciudad imaginada tiene que ver con una ciudad imaginada anclada en un pasado?
La dictadura cortó en Tucumán un proceso cultural impresionante, lo que ocurría en Tucumán en los años 60 era una cosa increíble. Existe una dificultad para recomponer, para reconstruir, un trabajo con la memoria, con la recuperación. Hace unos días vi un documental sobre el “Tucumanazo” y no pude reconocer las calles, no podía poner en diálogo ese Tucumán con la idea de la ciudad imaginada que tengo. Por ejemplo, Buenos Aires está en el cine, en la novela, y al contrario, Tucumán no está inmerso en la dimensión imaginaria del cine y la literatura. Cuando se lee y luego se va a conocer París, uno tiene muchas ciudades llamadas París en la cabeza. Hoy en Tucumán siento que eso es algo que se está haciendo y que quizás lo vean mis nietos...
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