Filosofía y Letras homenajeó a Carola Briones y Ariadna ChávezRedacción
Rodeadas por familiares, amigos, intelectuales, docentes y estudiantes, las poetas Ariadna Chávez y Carola Briones fueron homenajeadas por la facultad de Filosofía y Letras en el marco del 2º Octubre Literario. Poemas, que organiza la Secretaría de Asuntos Estudiantiles y Graduados.
Lágrimas, alegría y mucho amor se vivió ayer en la facultad de Filosofía y Letras cuando se realizó un homenaje a las destacadas poetizas, Aridna Chávez y Carola Briones. Ambas escritoras leyeron algunos poemas, recibieron libros de regales editados por EDUNT. Además Briones regaló algunos ejemplares para la biblioteca de esa facultad.
Sin olas y sin ángeles
Donde hallaré
ese lento estar que voy buscando,
como una isla blanda
por el centro mismo de mi muerte.
Recuperar el hermoso animal
dentro, cuando la sangre recorrida
descubre sus bahías.
Recuperar el primitivo ser,
la vida que enciende sus pequeñas lámparas
y gozosa se alimenta,
simplemente.
ese lento estar que voy buscando,
como una isla blanda
por el centro mismo de mi muerte.
Recuperar el hermoso animal
dentro, cuando la sangre recorrida
descubre sus bahías.
Recuperar el primitivo ser,
la vida que enciende sus pequeñas lámparas
y gozosa se alimenta,
simplemente.
Pero es tarde. Más allá de los pinos
se agita un mar en sus espumas.
Quedo triste, sin olas y sin ángeles
Desierto, mutilado
como un dios en la guerra.
Ariadna Chávez: fue una de las figuras destacadas de la poesía tucumana de la generación de los ’60. Su obra mereció diversos premios y fue publicada en diarios y revistas de Tucumán y Argentina. Entre algunos de sus libros podemos mencionar “El arco” editado en 1962.
Es domingo en la ciudad
Vacía la ciudad
en la tibia mañana de setiembre.
Vacía de gente y de pájaros.
Como si de repente infernales vientos
regresando de un pasado de borrascas
hubiesen arrasado los rostros amigos,
la bandada, los silbos.
Salgo por las calles
a buscar el alma de la ciudad.
De pronto me acomete la certidumbre
de vivir en una urbe insólita.
Miro los edificios, los frentes apagados
la perspectiva
de las calles que van no sé a dónde
y regresan mansas
silenciosas y mustias
sin la tibia corriente de todas las jornadas.
Asumo la circunstancia, y es domingo
el día que torna extraña
Vacía la ciudad
en la tibia mañana de setiembre.
Vacía de gente y de pájaros.
Como si de repente infernales vientos
regresando de un pasado de borrascas
hubiesen arrasado los rostros amigos,
la bandada, los silbos.
Salgo por las calles
a buscar el alma de la ciudad.
De pronto me acomete la certidumbre
de vivir en una urbe insólita.
Miro los edificios, los frentes apagados
la perspectiva
de las calles que van no sé a dónde
y regresan mansas
silenciosas y mustias
sin la tibia corriente de todas las jornadas.
Asumo la circunstancia, y es domingo
el día que torna extraña
la ciudad antigua y cotidiana.
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