Una poética entre “la precisión y la sencillez” Por Sebastián Ganzburg
Así se definió el poeta Javier
Foguet, quien participó del Octubre Literario organizado por la
facultad de Filosofía y Letras. En esta entrevista habla sobre su
obra, sobre sus comienzos, “me encontré con la literatura cuando
vi en la biblioteca un libro con mi apellido”, comentó, haciendo
alusión a su padre, Hugo, destacado escritor.
El Octubre Literario, organizado por la
Secretaría de Asuntos Estudiantiles y Graduados a cargo de Oscar
Barrionuevo, continúa en nuestra facultad. En esta oportunidad Filo
digital entrevistó a Javier Foguet (1977), poeta tucumano, hijo
del afamado Hugo.
En el audio habla sobre su obra, sus
gustos, su forma de escribir y sus proyectos. “Actualmente me
conmueve la música”, comentó.
La entrevista surgió luego de que el
poeta participara de una mesa de lectura el jueves 4 de octubre.
Así escribe
Descripción
A la altura de los ojos
las tres gotas de sangre
de las torres.
Sobre el resplandor de la ciudad
algunas estrellas muy pequeñas,
muy débiles.
Abajo calle con árboles, al fondo
la hilera de últimas casas
tragadas por lomas.
A mi izquierda gran ola chispeante.
A mi derecha tierra de rocío.
Contra la soberbia
La importancia de tus ojos
está en la sombra,
como un tizne viejísimo,
que acumulan en sus orillas..
En estos días no he visto poetas,
hombres que sepan viajar
y no ignoro que es un peso
que cae precisamente sobre mí.
Pero he visto tus ojos. He visto tus
ojos.
Si, como lo presiento
Si, como lo presiento,
tendré que reconstruir la casa un día
no debo olvidar la ventana de la cocina
apenas sobre el mármol que da al oeste,
a lo religioso de la luz atardecida del oeste,
filtrada por las ropas tendidas
y la verdura de unas cañas,
de donde adquiere volumen el pan,
el acero, la vasija griega
inútilmente retratada
-la luz sobre el azul femenino-
con la Rollei que rescaté
del olvido de mi padre
para olvidarla después con absoluta justicia
porque el humor de la luz,
el humor de la luz buscó mi padre con su cámara
y en acuarelas y aun en los calculados
y atractivos tonos (para el ojo esmaltado
de un pez secreto) que el plumaje de las moscas tomaría
sobrevolando los reflejos del pastizal
y al contacto con el declive del río
que lleva las aguas y a la luz de retorno
hacia la semi-apertura de la ventana.
Si, como lo presiento,
tendré que reconstruir la casa un día
no debo olvidar la ventana de la cocina
apenas sobre el mármol que da al oeste,
a lo religioso de la luz atardecida del oeste,
filtrada por las ropas tendidas
y la verdura de unas cañas,
de donde adquiere volumen el pan,
el acero, la vasija griega
inútilmente retratada
-la luz sobre el azul femenino-
con la Rollei que rescaté
del olvido de mi padre
para olvidarla después con absoluta justicia
porque el humor de la luz,
el humor de la luz buscó mi padre con su cámara
y en acuarelas y aun en los calculados
y atractivos tonos (para el ojo esmaltado
de un pez secreto) que el plumaje de las moscas tomaría
sobrevolando los reflejos del pastizal
y al contacto con el declive del río
que lleva las aguas y a la luz de retorno
hacia la semi-apertura de la ventana.
Poemas extraídos de El humor de la
luz, Huesos de Jibia, 2010
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