martes, 21 de junio de 2011

“La sociedad espera del comunicador coherencia entre el pensar, el hacer y el decir”
Por Naiara Cantero. Estudiante de Comunicación

Junto a  la profesora Tina Gardella, Filo digital hizo un recorrido por los tópicos más importantes que interpelan a las Ciencias de la Comunicación en la actualidad. La importancia de las carreras de comunicación en un  presente tan vertiginoso como el que vivimos, la responsabilidad social de los comunicadores, la importancia de la nueva Ley de Radiodifusión y el fenómeno  “6-7-8”, entre otros temas. 

Locutora, licenciada en Comunicación Social, directora de la carrera de Locución en la UNSTA, titular de las cátedras de Comunicación Radiofónica y Comunicación Alternativa en la facultad de Filosofía y Letras de la UNT, y con una Maestría en Planificación y Gestión de los Procesos de la Comunicación en curso, la profesora Tina Gardella nos guió por el  imperdible recorrido de los principales tópicos que interpelan a las Ciencias de la Comunicación en la actualidad.

Con la calidez y la claridad conceptual que la caracteriza, la docente y comunicadora respondió a cada una de las preguntas de Filo digital: la importancia de las carreras de comunicación en la coyuntura actual, la responsabilidad social de los comunicadores, la importancia de la nueva Ley de Radiodifusión y el fenómeno  “6-7-8”.

¿Qué importancia tiene en la actualidad una carrera como Ciencias de la Comunicación?

La comunicación es un actor social necesario para entender procesos tan complejos como los que estamos viviendo, donde los cambios de paradigma y las etapas de transición hacen que las ciencias tradicionales a veces se vean limitadas o demasiado parcializadas para entender todo lo que está pasando.

Desde nuestro abordaje la comunicación es entendida como un proceso sumamente dinámico con muchas articulaciones y con muchas interpretaciones de lo que sucede, y tiene que ver con los sujetos que la construyen y con la cultura en la cual está inserta y desde la cual parte.

En este marco, a quienes hacemos comunicación se nos presenta el desafío de multiplicar esa mirada de la comunicación hacia una cultura que no necesariamente la estudia.

En este sentido, ¿cómo analiza el fenómeno “6-7-8” y su impacto en la práctica periodística?


En esta etapa que vivimos, muy rica, programas como “6-7-8” son valiosísimos porque más allá de toda la polémica que puede despertar, lo cierto es que ha venido a decirle a la gente que las noticias se construyen y a mostrarle cómo, algo que nosotros desde la Comunicación sabemos y por eso nos sentimos interpelados.

Entonces, si bien no somos un “6-7-8” andante, de alguna manera también podemos decirle a la sociedad que la televisión no es solamente para relacionarse, informarse, sino también para develar dónde estamos parados, desde dónde se habla. Tomar conciencia de que lo que queremos hacer, siempre va a tener consecuencias porque la comunicación se trata precisamente de procesos de construcción de sentidos.

¿Cree que a partir de programas como “6-7-8” el común de la gente “agudizó” el oído y comenzó a percibir cosas que antes pasaba por alto?

Claro que sí. Esa es una interpelación que recibimos en la universidad. Las estructuras de cómo se “arman” las cosas en los medios ya no son exclusividad de las personas que estudian o trabajan en comunicación. La sociedad ya aprendió a decodificar, a sospechar qué hay detrás del mensaje, qué estrategias, sabe que no existe inocencia detrás de un afiche o una frase.

Esto me parece que es muy importante para la sociedad y muy alentador para los comunicadores. Aunque nos exige más, nos obliga a no decir cosas que la gente ya sabe, a tener otro tipo de abordaje, otro tipo de  articulaciones, otro tipo de reflexiones y  poder egresar como licenciado en Ciencias de la Comunicación con una mirada que aporte a lo que ya está y ya se conoce.

Ante esto, ¿qué papel tiene que jugar el comunicador en la sociedad? ¿Qué espera la sociedad de él?

El comunicador es interpelado por distintos discursos: el de su educación, el de sus sueños, el de su ética y junto a ellos, por toda una realidad de la cual se tiene que hacer cargo. Lo que la sociedad espera de los comunicadores es que seamos capaces de ejercer la profesión conjugando de manera inteligente todos esos discursos que conviven en nosotros, sin eliminarlos, sin autocensurarnos.

La sociedad espera del comunicador coherencia entre el pensar, el hacer y el decir. No le pide independencia ni objetividad, porque ni siquiera él mismo puede planteárselo. Pero sí honestidad, coherencia, compromiso, mirada autocrítica, flexibilidad y amplitud.

Como comunicadores siempre debemos propiciar elevar el nivel de nuestras criticas, de nuestras discusiones, no temerle al debate, no quedarnos con ganas de hacer cosas y prepararnos constantemente.

Cambiando de tema, ¿cómo analiza el vuelco masivo de tantos jóvenes hacia la carrera de Comunicación?
 
Los jóvenes son quienes más se hacen preguntas, son los inconformistas que se interrogan no únicamente sobre qué es lo que van a hacer sino por qué y para qué. La comunicación les suele responder desde una mirada no solo teórica sino, también, práctica; en ella encuentran respuestas  que otros campos disciplinares no les proporcionan. La Comunicación les ofrece la posibilidad inmediata de poder trasformar ideas en realidades a través de la palabra, del discurso, de las imágenes, de las construcciones que los posicionan como hacedores  personales y  creativos. 


¿Cómo considera que debería ser el trayecto del estudiante de Comunicación por la universidad?

La clave es atender a la tensión permanente de la historia del conocimiento: teoría y  praxis. A veces desde la universidad, y hablo también como docente, nos rutinizamos demasiado y caemos en las estructuras que toda institución tiene.

Por eso el desafío permanente es entender que el aprendizaje es un proceso y que no está únicamente en la universidad ni en nosotros. Hay toda una realidad afuera:  organizaciones sociales, sujetos, hombres y mujeres, actores sociales que no tienen nada que ver con la universidad pero también construyen conocimiento. Muchas veces los parciales, las clases prácticas y teóricas, el trabajo práctico, el anhelo de recibirse, son disciplinamientos que atentan contra este proceso que debe ser también de disfrute. Esto es algo que desde las Cátedras de Comunicación Radiofónica y Alternativa cuidamos mucho.

Nos gustaría saber cómo ve el futuro laboral de los comunicadores, sobre todo a partir de la nueva Ley de Radiodifusión

Sin dudas con la nueva Ley de Radiodifusión se abren muchísimos horizontes prometedores para los alumnos de comunicación porque al ampliar las frecuencias y otorgarle protagonismo a un tercer sector social que antes no lo tenía (porque las frecuencias podían ser del Estado o privadas) se multiplican las oportunidades para trabajar con organizaciones sociales y civiles que en la antigua reglamentación no estaban contempladas.

Pero esto no pasa únicamente por tener un medio. No es que todos tengan tener una radio, un canal. Tiene que ver principalmente con la producción de contenidos. La ley plantea un porcentaje de contenidos en los medios que debe ser local y es esa la gran interpelación para quienes trabajamos en Comunicación. Hay que trabajar los contenidos, que no pueden ser elaborados a semejanza de lo que se produce en Buenos Aires, cuidar la estética y pensar el abordaje: ¿Desde dónde vamos a abordar una temática? ¿Reproduciendo la mirada de los medios hegemónicos? ¿Poniendo el acento siempre en quien detenta el poder o desde otro lugar? ¿Se lo va a hacer de manera artesanal porque no somos grandes medios?

Entonces, por un lado se nos presentan muchas posibilidades para trabajar con las organizaciones sociales y civiles pero también tenemos por delante muchos desafíos con respecto a la producción de contenidos, que es lo que está demandando la nueva ley.

Hablemos  de la Comunicación Alternativa, ¿qué opina sobre la utilización del graffiti en los afiches electorales que empapelan la ciudad, analizándolo como pieza de comunicación?

El graffiti, dentro del malestar de la cultura que expresa, es una forma de comunicación alternativa que me parece sumamente ingeniosa y creativa porque interpela no solamente al soporte afiche, sino también a las radios, a la publicidad en televisión. Es decir, mueve el tablero de lo que se está comunicando y todo lo que mueva el tablero siempre es bienvenido. Esa dinámica tiene que estar presente.

Por último, ¿cómo analiza la participación de los estudiantes en los proyectos extracurriculares que se proponen desde las cátedras de Comunicación Radiofónica y Alternativa?
 
Sinceramente estamos muy gratificados con la respuesta que hemos tenido de los estudiantes de comunicación. En todos los proyectos que presentamos siempre tuvimos el apoyo entusiasta de los alumnos y eso es lo que nos motiva cada año para renovar las propuesta que vamos a presentar, buscando innovar y superarnos en los propósitos. Todo esto no lo podríamos hacer si en el entusiasmo de los alumnos.

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