miércoles, 14 de septiembre de 2011

El 50% de los estudiantes de educación superior  también trabaja 
Por Sebastián Ganzburg. Estudiante de Letras

Un estudio realizado por el Instituto Superior de Ciencias de la Salud indicó que el 50 % de los 700.000 jóvenes que estudian en institutos de educación superior en la Argentina también trabaja. La tasa de egreso de los institutos es de entre 50 % y 70 de los inscriptos, cifra superior al 20 de las universidades. Carreras cortas como probable salida

El informe destaca que la mitad de los estudiantes participa del mercado laboral, y desmiente las cifras difundidas días atrás por algunos medios que aseguraban que en el país suman 700.000 los 
jóvenes entre 15 y 24 años que “ni” estudian “ni” trabajan, denominándola la generación “Ni Ni”. 

De acuerdo la publicación, en el 2003 la generación “Ni Ni” era de 550.000 jóvenes, 8 por ciento del total de esa población etárea y en 2011, los “Ni Ni” subieron al 10 por ciento. Sin embargo, el estudio del Instituto Superior de Ciencias de la Salud confirmó que una gran parte del sector, no sólo estudia sino que también trabaja. 

Además, el informe del ISCS sostiene que la tasa de egreso de los institutos de educación superior es de entre 50 por ciento y 70 de los inscriptos, cifra superior al 20 por ciento que egresa de las universidades. 

Los institutos de educación superior, o también denominados terciarios, surgieron como institutos técnicos y docentes con carreras de rápida salida laboral, aunque en la actualidad se instalaron como protagonistas del mapa educativo y suman 2.301 establecimientos en toda la Argentina.

Las universidades no contemplan a los estudiantes que trabajan
La realidad se vive día a día en la UNT y por supuesto Filosofía y Letras no es la excepción. Los planes de estudio no están pensados para las personas que trabajan. Los cursados son complicados, en un mismo día un alumno puede tener clases a las 8, a las 12 y a las 15, situación bastante común, por lo tanto a quien debe trabajar le es imposible asistir a clases.

Los informes y estadísticas recientes dan cuenta que una carrera de grado, que según los papeles se cursa en cinco años, tiene una duración de entre siete a diez años. En ese periodo la gente forma familia, tiene hijos, necesita trabajar y abandona los estudios.

Carreras cortas como probable salida
La situación en los institutos terciarios es diferente, según el Instituto Superior de Ciencias de la Salud (ISCS) la tasa de egreso de los institutos de educación superior es de entre 50 por ciento y 70 de los inscriptos, cifra superior al 20 por ciento que egresa de las universidades. Estos instituto tienen una forma de cursado que sí contempla a quienes trabajan, de esta manera, una persona sabes que, por ejemplo, de 19 a 23 tendrá clases, lo que genera una organización en la vida cotidiana. Además los contenidos son concretos, una carrera no parece un horizonte interminable.

En una coyuntura donde se necesitan cada vez más docentes, las universidades no están sacando la cantidad necesaria de profesores que el sistema necesita. Ese lugar lo ocupan los terciarios, cuyos egresados, sin menospreciarlos, no tienen la formación académica que brinda una carrera universitaria. El resultado salta a la vista. Solo hace falta observar una clases de cualquier escuela o colegio secundario para corroborarlo.

De esta manera, una posible solución serían las carreras cortas. Para enseñar en el secundario no hace falta tener un título de grado, ni los mismos conocimientos que para dictar una cátedra, por lo tanto los títulos intermedios serían una posible solución. Los estudiantes con tres años de cursado universitario y las materias pedagógicas necesarias, podrían enseñar en colegios y escuelas. Entonces se mermaría la deserción ya que tendrían una salida laboral, dentro de todo rápida, como las que proporcionan las tecnicaturas, modalidad que vienen implementando varias universidades, como la Tecnológica.

En estas condiciones quienes quieran continuar estudiando para obtener el título de grado lo podrán hacer sin mayores presiones. El resto podrá gozar de un título que lo habilite a enseñar en el secundario, sin quedarse a medio camino, pero fundamentalmente las universidades se pondrán a la altura de los nuevos tiempos que demandan docentes, brindando calidad y excelencia académica.

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