viernes, 13 de mayo de 2011

Tucumán entre sus dos bicentenarios: la construcción de una memoria histórica
Dr. Pablo Iramain | Historia

Luego de los festejos de 2010 por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, nuestra provincia se prepara para celebrar su propio bicentenario, el de la declaración de Independencia en 2016. El discurso que se genera a partir de los medios de comunicación ha olvidado que antes de esa fecha la provincia conmemora los doscientos años de otro gran acontecimiento dentro del proceso de independencia del Río de la Plata, la de la Batalla de Tucumán ocurrida el 24 de setiembre de 1812.

Más allá de la naturalización de la memoria histórica, que en sí representa un tema aparte, lo interesante es analizar el papel que juegan los historiadores en la configuración del discurso histórico y su materialización a través de producciones científicas, conmemoraciones públicas, construcción de monumentos, etc. Es decir, los historiadores han sido llamados por distintos organismos, tanto estatales como privados, para construir una versión en donde los hechos del pasado son reordenados para quedar en relación armónica con los hechos del presente.

Para el caso de nuestro país, es posible identificar una corriente historiográfica que consolidó una visión de la historia nacional hegemónica hasta los años setenta. La “historia tradicional” que se enseñaba hasta no hace muchos años en los colegios, y que fue la base del discurso nacionalista de los gobiernos militares, daba por sentado la existencia de un ser nacional presente ya desde 1810. Si la nación argentina había nacido con la Revolución de Mayo y reafirmada como voluntad política con la Declaración de Independencia, había sido defendida por hombres célebres cuyas actitudes reflejaban los valores y características de la argentinidad, como San Martín, Rosas, etc. La identificación de los generales de la patria reconoció omisiones de personajes que, participando de la gesta de independencia, resultaban poco atractivo o bastantes polémicos como para formar parte del panteón nacional. Por otro lado, al momento de ensalzar a la nación, la historia tradicional dejó en un segundo plano, cuando no fuera del relato histórico, a las historias provinciales y sus actores, generando un problema para los historiadores del interior del país que adherían a esta corriente.

La historia argentina contada a partir de los acontecimientos, en su mayoría bélicos, y sus hombres, casi exclusivamente militares, comenzó a sufrir los embates de discursos contestatarios construidos a partir de centros de investigaciones e historiadores más comprometidos con la democracia. Desde la década del ochenta, y solo a partir de la vuelta de la democracia, los estudios replantearon el eje de la discusión en torno a los orígenes de la nación argentina. El cambio fue posible gracias al retorno de los científicos exiliados durante la dictadura, y el clima de libertad intelectual que se comenzaba a instalar en el país. Entonces, el nacimiento de la nación como un hecho predeterminado fue reemplazado por la concepción de una construcción histórica que no necesariamente debía terminar en la conformación del estado nación. La visión constructivistas dio oportunidad para indagar sobre diversos temas como la dimensión cultural de los procesos políticos, la formulación y aplicación de los sistemas electorales, las formas de opinión pública, y la construcción de la estatalizad.

En ese marco, esta nueva historia política también permitió mesurar el papel jugado por las localidades del antiguo virreinato rioplatense en la construcción de la nación, revalorizándose hechos como la gloriosa acción del 24 de setiembre. Y ubicados en tal situación, la mayoría de los historiadores han tomado intervención no solo desde el lado académico, sino también desde los espacios organizativos que permitan las múltiples conmemoraciones y celebraciones. Cómo se escriba esta parte de la memoria histórica y el lugar en que se ubique a la provincia en el proceso de construcción del estado nación argentino es responsabilidad nuestra.  


Por  Dr. Pablo Iramain.
-Historia-
 para FiloDigital.

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