martes, 5 de julio de 2011

Falleció el Profesor Vicente Billone: una vida dedicada a la literatura
Por Sebastián Ganzburg. Estudiante de Letras


Vicente Atilio Billone  nació el 12 de noviembre de 1921. Fue  escritor, periodista, fundador de la revista “Signo” y dos veces decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Excelente persona, dedicó gran parte de su vida a la literatura. Lo entrevisté hace dos años y me dijo ahora “estoy releyendo y si de eso sale algo o no, no me hago mucho problema. Ya estoy viejo”.

Con el retorno de la democracia, durante el período constitucional del presidente Raúl Alfonsín, fue decano normalizador de nuestra facultad  por un período de dos años. Hasta entonces se encontraba cesanteado. Luego fue elegido por dos períodos más, permaneciendo de esta manera, al frente de la Unidad Académica, entre los años 1984 y 1994.

A continuación transcribimos una entrevista que le realicé para el diario TucumnánHoy.com publicada el 4 de septiembre del 2009.

“Hay gente que estafa permanentemente y otros que actúan con honradez”, dijo respecto a los investigadores.


“Fui decano cuando comenzó el periodo constitucional de Alfonsín, hasta ese momento estaba cesanteado. En aquel entonces lo designan a Salinas, un amigo mío, rector de la UNT y el me propone como decano en Filosofía y Letras”, se presenta el profesor Atilio Vicente Billone.
Cubrió un periodo normalizador de dos años. “Tenía que preparar los concursos, que no estaban funcionando, para cubrir las cátedras. Luego fui elegido por dos periodos más. O sea que en total estuve 10 años. Es decir desde el 84 al 94”, observa el investigador.

Publicó varios libros académicos entre los que se destaca Apuntes para una historia de la novela. Desde la antigüedad hasta mediados del s. XX una detallada historia de la literatura con los libros imprescindibles que deben leerse. Es una de las personas que más conoce sobre la literatura tucumana lo demuestra con títulos como Tres generaciones de poetas de Tucumán y La actividad poética en Tucumán [1880-1970].

¿Cómo eran las características de los docentes en ese entonces?
Había de todo, los que actuaron bien y nadie los molestó. Pero otros que se incorporaron por una vía que yo no prefería: por nombramiento directo. Por lo tanto, la mayoría que entraron en esas condiciones, no quedaron. Cuando se los convocó a concurso, optaron por no presentarse.

¿Cuál era la situación de los institutos de investigación?
No estaban muy alentados porque para que funcionen hace falta dinero y de eso siempre padeció la facultad. Sin embargo tiene una buena biblioteca.

Fue entonces cuando Billone haciendo gala de su experiencia y conocimiento hizo una pausa y explicó cómo surgió la biblioteca de Filosofía y Letras.

“La recibió por vía de una herencia. Los libros de los autores clásicos, griegos y latinos, que allí hay provienen de la biblioteca del Colegio Nacional que la fueron formando los rectores y directores, de mucho prestigio, que tuvo esa institución, como Paul Groussac, Jaime Freyre o Miguel Cané. Incluso Filosofía y Letras funcionaba en el Colegio Nacional, yo fui alumno allí”.
Por eso, continúa, sin desviarse del tema, “luego, la facultad le agrega volúmenes y llega un momento en que cobra tal dimensión que necesita trasladarse. Igual no se la utilizaba mucho en el Nacional, los estudiantes secundarios no la necesitaban”.

¿Qué opina de los investigadores?
Hay de todo. El investigador serio, el autónomo que no depende del CONICET. Porque el CONICET exige que se rindan cuentas a medida que transcurre el tiempo, lo cual, por ejemplo, a mi, me molesta. También están quienes se fueron al CONICET porque asegura una buena entrada. Hay gente que estafa permanentemente y otros que actúan con honradez.

¿Cómo repercutió la dictadura en la formación en los docentes?
Negativamente, por supuesto. En primer lugar, debido a las cesantías masivas porque casi siempre se improvisa al reemplazante. Eso también sucedió en los comienzos del peronismo cuando dejaron cesantes a Silvio Frondizi, profesor de historia, hermano del presidente, como a varios más de gran nivel. Otros se fueron en apoyo a los compañeros, como el caso de Anderson Imbert que fue mi profesor de literatura. Esos momentos empobrecieron notablemente el staff. Y en el otro período, el de la última dictadura, se volvió a lo mismo. Casi siempre el expulsado es activo, progresista.

¿Cómo repercute, esto, actualmente en la facultad?
Romper algo es fácil, rehacerlo es más difícil. Quienes reemplazaron a los primeros expulsados no tenían el mismo nivel. Lo mismo sucedió en este otro momento (de la última dictadura).

¿A los 87 años, sigue investigando?
Estoy releyendo. Y de eso sale o no algo, no me hago mucho problema. Ya estoy viejo.

¿Qué significó para la literatura tucumana la revista 'Letras y Ciencias Sociales'?
Esa revista creada por Jaime Freyre fue muy importante. “Letras y Ciencias Sociales” y luego la revista de la Sarmiento, de Cobiello, son las dos más grandes en la historia de la literatura tucumana por la calidad y cantidad de personas que allí intervinieron.

¿Rubén Darío escribió en Letras y Ciencias Sociales?
Así es. Lo que pasa es que Freyre era amigo de Darío, pertenecía a esa cofradía, el Modernismo. Entonces conseguía colaboración de mucha gente. Esto le hizo muy bien a la cultura tucumana. En aquellos momentos (principios de siglo XX), la provincia tenía personas muy cultas como Juan B. Terán, Padilla. Por eso estas revistas, son de mucho nivel, muy académicas. Las otras publicaciones también son bastante importantes, pero no de semejante nivel. Incluso yo trabajé en una revista llamada "Signos", en los 60, con Serafín Aguirre, Pedro Herrera y el poeta González. Comenzó siendo hoja de poesía para luego transformarse en una revista que duró cerca de 5 años.

¿El libro, Tres generaciones de poetas de Tucumán, le llevó mucho trabajo?
Si, tuve que buscar por innumerables lugares. Recorrí bibliotecas de Monteros, Lules, de la Normal. Sin embargo la que más material me brindaron fueron la Alberdi y la Sarmiento.

¿Todo esto lo hizo por iniciativa propia?
Si. Nunca pedí ayuda económica de ninguna institución porque cuando dan dinero siempre exigen algo y el ir cumpliendo por etapas me molesta.

¿Cómo surge el grupo literario La Carpa (1944)?
No integré el grupo. Lo observe de afuera. Sin embargo considero que se relacionaron por amistades personales. Por ejemplo, el grupo del Norte: Castilla, Aráoz Anzoátegui y Galán, seguramente se conocieron en Salta. Otros en Tucumán como Nicandro Pereyra, María Elvira Juárez. Pero no puedo decirlo con precisión. Sin embargo de algunos me hice muy amigo, como con Nicandro Pereyra, lo mismo que con Aráoz Anzoátegui, cada vez que iba a Salta lo visitaba, uno de los pocos que quedan, el resto se están murieron…
No sé quien tuvo la idea pero se habla del liderazgo de Galán que, por ejemplo, no lo aceptaba Nicandro Pereyra, quien me dijo que Posse jugó un papel fundamental, al ser inválido había que visitarlo. Y ya que me pregunta, creo que ahí se formó el grupo. Pereyra me decía, el germen está en Posse, un hombre generoso y de buen nivel económico.

¿Cuáles fueron los principales aportes de este grupo?  
La cantidad de libros que escribieron sus integrantes y la antología de La Carpa que es muy valiosa, un hito en la historia de la poesía tucumana.

¿Fue un movimiento reconocido a nivel nacional?
Si, muchos autores siguen mencionando al grupo cuando hacen historia, como el gran nucleamiento del norte.

¿Sobre qué escribían los escritores de La Carpa?
La tierra, la región, el hombre del norte. Con variantes estilísticas, por supuesto. En general todos escribían bien. Siempre con la idea de atribuirle importancia al norte.

¿Por qué cree que no volvieron a surgir estos nucleamientos?
Son muy difíciles. No duran mucho, La Carpa no fue la excepción. Se producen internas, en este caso, Nicandro Pereyra con Galán, por ejemplo.

¿De qué se trata este conflicto?
Hay una anécdota muy interesante. Galán hizo una poesía graciosa pidiéndole al gobernador que le dé licencia a Álvarez Sosa para que asista a una reunión de poetas. A la nota la firmaron todos menos Pereyra, y por qué, le pregunté. Es que no correspondía dirigirse así al gobernador me dijo.

El texto decía: “Además del saludo y cortesía debido a vuecencia en este pliego exponemos, señor, en justo ruego con el sello y aval de la poesía. Hoy que unidos estamos en orgía de palabras y versos, excelencia. Hemos notado la sensible ausencia de un hermano de nuestra cofradía. Indagada las causas de estos autos, resulta estar cautivo en los injustos servicios de la prensa y de la prosa. Por derecho por gracia o por clemencia, concededle dos días de licencia”.   

A lo que el gobernador respondió: “Llamado los autos a sentencia y respetando de Arturo su destino queda concedida la licencia por suprema voluntad de Celestino”.

La respuesta la firmaba el gobernador Celestino Gelsi (1958-1962). Por supuesto.

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